Contempla al Rey, contempla su hermosura. Míralo sobre su trono, espléndido e inamovible, señoreando sobre todo el universo. Contempla al Rey, admira su grandeza. Míralo ejerciendo su absoluta autoridad sobre todo lo que existe. Contempla al Rey, al que vive y reina para siempre. Míralo, los cielos no pueden contenerlo, pero se humilla para morir por amor a su criatura. Sí, contempla al Rey.
Autor: Patricia Edith Alvarez
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