¿Cuáles son esos agujeros en la peña donde me escondo? ¿Cuáles son esos parajes escondidos y escarpados donde me oculto?
Vos ya no querés que permanezca
ahí, no querés que me esconda más detrás de la timidez y el miedo. Ya no querés
que me oculte más en la inseguridad.
Tu voz me llama a salir. Tu voz
que llega como el susurro de un enamorado y me dice suavemente “mi paloma”.
Tu paloma...
Tu paloma de alas heridas, tu
paloma que tiembla, se retrae y enmudece.
Vos querés sanar estas alas
rotas, restaurar ese arrullo que te gusta oír. Querés que me vea tan hermosa
como vos me ves.
Mi amado, ¡son tantos tus
gestos de amor!
Quiero volar tan alto como
quieras llevarme. Quiero que vuelvas a deleitarte con mi voz. Hoy quiero
responder a tu llamado.
Aquí estoy.
Vení y contemplá mi rostro que
ya muestra las huellas de los años. Vení y escuchá mi voz que lo único que
puede hacer es adorarte.
Vení y quedate conmigo, aquí,
fuera de cualquier escondite, al borde del precipicio. Con vos a mi lado puedo
superar el vértigo y saltar.
Aunque no vea lo que hay allí
abajo, sé que el final ineludible es caer en tus brazos.
Paloma mía, escondida en los
agujeros de la peña, en parajes escondidos y escarpados, ¡déjame contemplar tu
rostro! ¡Déjame escuchar tu voz! ¡Cuán placentera es tu voz y cuán hermoso tu
semblante! Cantares 2:14
Autor: Patricia Edith Alvarez
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