Piedras en el camino



¡Cómo quisiera que la senda a transitar fuese como una autopista: lisa, llana, perfecta y segura! Pero no es así. Es un camino estrecho y lleno de piedras.

Tropiezos, problemas, circunstancias adversas, tristeza, dolor, dudas, temores, incertidumbre… Miles de piedras, enormes y pesadas, imposibles de mover. 

Un pensamiento asoma en medio del cansancio: “cuando las mujeres se aproximaron y miraron, vieron que la piedra ya no estaba”. 

De pronto parece no tener mucho sentido preocuparme por las piedras que encontraré más adelante. Cuando llegue a ese punto, probablemente veré que ya te tomaste el trabajo de quitarlas. 

Y aunque todavía estuvieran allí, me darías la manera de sortear el obstáculo. Tal vez rodearlo, saltarlo, empujarlo, atravesarlo, escalarlo. Sólo vos sabés cómo harás para que nada me detenga.

La meta es que ninguna piedra, por enorme y pesada que parezca, me impida ver el milagro.

La meta es verte resucitado.


Iban preguntándose unas a otras: «¿Quién nos quitará la piedra de la entrada del sepulcro?», pues la piedra era muy grande. Pero cuando llegaron, se dieron cuenta de que la piedra había sido removida. Marcos 16:3-4


Autor: Patricia Edith Alvarez


Comentarios