Cuando tu presencia entra en escena, todo se transforma.
El sol brilla con un nuevo
fulgor, el aire huele a flores recién nacidas, el agua canta una melodía
cristalina que es como una corriente que fluye del mismo cielo.
Cuando tu presencia entra en
escena, el corazón de piedra es cambiado por un corazón sensible, un corazón
que en adelante latirá solo por vos y para vos.
Cuando tu presencia entra en
escena, el cuerpo se siente liviano, como si ya fuera ese cuerpo glorioso,
semejante al tuyo.
Cuando tu presencia entra en
escena la gloria desciende y ya no hay ninguna palabra capaz de describir la
maravilla de tu abrazo.
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